Un poco
de Historia.
WEB: DE CAMBADOS
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El
colegio Salesiano “Nuestra Señora de la Merced”, incluso antes de ser sólo el Pazo de Serantellos, fue un priorato dependiente de la abadía
cisterciense de la Armenteira. La infeliz desamortización de Mendizábal expulsó
a los monjes y expropió sus tierras. El gobierno del momento las puso a subasta
pública, siendo don Vicente Cuervo , marino de profesión, su primer comprador,
quien destinó la finca a Escuela de Guardia-marinas. Fue en esta época cuando
por necesidades de utilidad pública, la finca quedó dividida en dos por la carretera
que lleva de Cambados a El Grove.
Anciano,
viudo y con la prole dispersa por diversos puntos de la geografía española,
puso en venta su hermosa propiedad con vistas de trasladarse a su Andalucía
natal. No obstante su ausencia de esta tierra, dejó su nombre grabado en un
topónimo local, no escrito, que aún hoy día se recuerda. El viajero o caminante
que desde Cambados se dirige a O Grove o, sencillamente, quiere llegar a
nuestro colegio, observará cómo, apenas unos centenares de metros antes de
llegar a él, el terreno se eleva y dibuja una curva hacia la izquierda. Las
gentes de Castrelo y puede ser que también las de Cambados la conocían la
“Cuesta o la Curva del Cuervo”, en clara alusión a su propietario.
El
nuevo propietario llevaba por nombre y apellido José Manuel de la Torre y una
torre figura en el escudo heráldico que hace memoria de tal familia sobre el
dintel de la entrada principal –entonces llamada de carruajes- desde los
jardines exteriores a la sobria y noble escalinata que daba acceso al piso alto
del pazo.
Llevó a
cabo el nuevo dueño no pocas reformas. La galería-mirador actual es obra suya y
transformó construcciones existentes en caballerizas, pues era dueño de
caballos de tiro y de carreras. Testimonios hay que dicen que el Sr. De la Torre
vivía como un gran señor. Algunas fotocopias de fotografías que obran en
nuestro poder nos lo dan a entender. Aficionado al juego, perdió en él esta
magnífica propiedad. Curiosamente, también el Sr. De la Torre dejó su huella en
la topografía popular de la zona. Esta finca, todo el terreno que rodea el pazo
de Serantellos, fue conocida y sigue siéndolo aún hoy día por muchos de
nuestros vecinos, como “la Torre”, en referencia a su rumboso propietario. El
afortunado nuevo dueño pronto la puso en venta. Debió ser en torno a 1897.
Sabemos que en 1902 estaba ya en manos de D. Manuel del Valle.
D.
Manuel, el francés, como le llamaban las gentes de Cambados. Quería hacer de
esta finca una escuela agrícola ejemplar, al estilo de las ya existentes en
Francia, para elevar el nivel técnico, social y económico de los agricultores de la zona. Fue un
proyecto fallido. Desgraciadamente, no
pudo hacerlo realidad porque el hijo que había de dirigir la escuela moriría
prematuramente en la primavera de 1903, siendo un joven de poco más de veinte
años.
A pesar
de ello, Don Manuel, contaba su hija
Dña. Dolores, “resignado, con el corazón herido de muerte en sus legítimas
ilusiones, se quedó con la finca, tratando siempre de mejorarla”. A su muerte,
pasó a su hija mayor, la propia Dña. Dolores, continuando la tradición paterna
de conservarla y mejorarla.
Un
tiempo después, la nueva propietaria, en perfecto acuerdo con su madre, Dña.
Lucía Berchade, pensó un nuevo destino para su propiedad. Pensaron ambas que
los salesianos, cuya congregación estaba en continuo crecimiento, podían hacer
en ella una gran obra social. Así, en Marzo de 1947, Madre e hija, hicieron entrega de este
hermoso rincón del Salnés a Don Modesto Bellido, entonces Inspector-provincial
de la Provincia de Salesiana de San Juan Bosco. En septiembre de ese mismo año,
el antiguo Pazo se convirtió en colegio, un pequeño colegio de apenas cincuenta
alumnos. Era como el grano de mostaza que se había de convertir en un gran
árbol que daría sombra y cobijo a millares de alumnos y alumnas que con el paso
de los años se habían de allegar a él.
No hace
mucho, oí a un alto personaje de la política cambadesa la expresión siguiente:
“El Cambados actual no se entendería sin
la presencia de los salesianos”.
¿Exageraba? Tal vez, no.
Ildefonso
García Nebreda Director
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