Falleció el Fundador
de las Damas Salesianas
La Asociación Damas Salesianas cumple con el
triste deber de participar el fallecimiento de su Fundador, el Padre Miguel González García, sdb, acaecido en
Caracas el día 14 de marzo de 2014.
El Padre Miguel nace en Urdiales del
Páramo, en la Provincia de León, España el 27 de abril de1927. Alos once años
entra al Seminario, dedicándose desde entonces al estudio y al servicio
de Dios y del prójimo emulando a Don Bosco, maestro de juventudes.
Enviado a América por su vocación
misionera, concluye sus estudios en el Instituto Internacional don Rúa de
El Salvador, donde se diploma en Teología y Sociología. Se ordena
sacerdote salesiano en San Salvador el 14 de noviembre de 1954. “Para ti,
Señor, el honor y la gloria, para mí, el trabajo” fue el lema que escogió
para su vida sacerdotal.
Luego de su ordenación es enviado
a Cuba, en donde vivió y trabajó siete años Esta experiencia
marca para el resto de su vida su forma de ver el mundo. Considera
fundamental convencer a quienes más poseen de que no solo es necesario
practicar la caridad, sino que hay que involucrarse activamente y trabajar por
la justicia social para modificar las injustas estructuras
socioeconómicas existentes e inducir cambios sociales que permitan una vida
digna para los más pobres, a través del amor y la justicia. Visionario y audaz,
se adelantó a su tiempo al demandar la incorporación de los laicos -en especial
de la mujer- al trabajo social.
Llega a Venezuela el 6 de marzo de
1961. En Valera, organiza a hombres y mujeres de la comunidad para trabajar a
favor de los más débiles y constituye el Comité de Acción Social, primer núcleo
de su vasta obra posterior.
Destinado a Caracas, se le encarga la
construcción del Templo Nacional San Juan Bosco, en Altamira. Ya por aquel
entonces tenía clara la forma en la que realizaría su proyecto de acción
social. Habla con los arquitectos para que al construir el Templo destinasen
los sótanos para las obras sociales que tiene en mente fundar. Así nace
el Complejo Social Don Bosco, Casa Matriz de la Asociación Damas Salesianas
(ADS).
Una vez concluido e inaugurado el Templo,
el Padre Miguel retoma su sueño y convence a sus colaboradores y amigos de la
necesidad de abocarse a asistir a los más pobres mediante una labor
integral: apoyarlos en su crecimiento espiritual, a la vez que se les resuelven
sus problemas más acuciantes de salud. Pronto sigue la capacitación para el
trabajo, como medio para “no dar el pescado, sino enseñar a pescar”.
El 13 de mayo de 1968, se constituye
formalmente la Asociación Damas Salesianas. Asociación Civil sin fines de
lucro, agrupación privada de fieles regida por el derecho canónico, constituida
por mujeres laicas católicas; su acción se dirige a la promoción integral del
hombre, con énfasis en la asistencia a las mujeres y a los jóvenes por ser
estos los sectores más débiles de la sociedad en la Venezuela de aquellos años
sesenta.
La ADS fue creciendo y
consolidándose, extendiéndose primero en Caracas y de
seguidas por el interior del país donde nacieron nuevos Centros, y luego
también al exterior. Esta expansión de las obras del Padre Miguel lo convence
de la necesidad de crear estructuras de organización y gobierno que
garanticen el buen gobierno de la Asociación, por lo que se dedica a la
redacción de los documentos que le darían a su proyecto-empresa sustento
jurídico y organizacional.
La ADS recibe el reconocimiento
eclesiástico, otorgado por decreto del Cardenal José Alí Lebrún
el 29 de septiembre de 1988 y el reconocimiento como grupo perteneciente a la
Familia Salesiana, concedido por el Rector Mayor Don Egidio Viganó,
s.d.b. y su Consejo, el 29 de diciembre de ese mismo año.
A llevar a la realidad este sueño dedicó
el Padre Miguel el siguiente medio siglo de su vida. Después de más de siete
décadas dedicadas al servicio de los demás, los frutos de su trabajo están
visibles en 127 Centros ADS en Venezuela, los demás países de
América, desde California a la Patagonia, España y Filipinas.
Con estos frutos se presenta hoy ante su
Creador. Con la certeza de haber cumplido durante su larga vida, sin prisas
pero sin pausas, la promesa realizada el día de su ordenación: “Para ti Señor,
el honor y la gloria, para mí el trabajo”.
Gracias al Señor por su vocación y por su
larga y fructífera vida. Paz a su alma.
Caracas, 14 de marzo de 2014
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