El
día 11 de Junio la Asociación de
Antiguos Alumnos de Valladolid celebramos la Fiesta de la Unión. Teníamos la
cita a las 11’30 en la Residencia D. Bosco.
Tengo que decir que, al llegar, ya
estaba todo el patio lleno de chicos y familias, con cuatro grandes paelleras,
de las que sale a saludarme una persona que conozco de hace años y colabora con
Proyecto Hombre. Me dice que también celebran ellos hoy su fiesta allí desde
hace pocos años y que están encantados. Los salesianos van de aquí para allá
para que esté todo bien dispuesto y participan, no sé cómo, pero en todos los
lados.
A
nosotros nos habían reservado el local del Centro Juvenil a nuestra disposición
con el café y la leche calentitos. Así da gusto. Los primeros que llegan
colocan las mesas, manteles, vasos, unas pastas… como si estuvieran en su casa,
porque así nos sentimos.
Y
entre los saludos nos enseña Tirso un cuaderno plastificado con buen número de
fotos que ha ido recopilando de la Asociación. Es muy interesante porque
algunas se remontan a sus inicios. Entre los que llevan más años a ver si
conseguimos ponerles fecha, completar con otros datos y así recomponer su
pequeña historia y hacer una Exposición.
Sobre
las 12’15 nuestro Presidente Tirso dio la bienvenida a Víctor y su señora, que
se acercaron desde Palencia y Celestino, que se incorporaba hoy al grupo, tras
enterarse unos días antes en el Garden Center de su existencia (como anécdota
cuento que al abrir la cartera para pagar las plantas, Mary Carmen o Sátur, le
vio un pequeño calendario de Mª Auxiliadora, el resto ya os lo podéis imaginar).
Luego hizo una exhaustiva presentación de las actividades en las que la A.a.a.
ha participado a lo largo del presente curso. Ninguno supuso que hubiera sido
tan numerosa. Y acto seguido, nuestro Administrador Francisco, nos hizo una
breve y clara relación del estado de cuentas: varias colaboraciones, ninguna
comisión y con superávit, así que todo aprobado con nota. Finalizada la parte administrativa, nuestro
querido Consiliario Higinio nos dirige unas palabras que nos recuerdan la labor
de D. Bosco.
A las
13 h. nos acercamos a la Parroquia para la celebración de la Eucaristía
presidida por Higinio. Lo hicimos en la Capilla lateral, donde resultaría más
acogedor por el número que éramos. Para quien no lo conozca quiero destacar “el
retablo” tan original y acertado de esta capilla: un gran cristal, presidido
por el sagrario, y que permite ver un gran número de plantas que crecen con
fuerza en un pequeño patio lleno de luz. Las lecturas nos invitaban: “Estad
alegres, os lo repito, estad alegres” y “Dejad que los niños se acerquen a mí”.
Muy acorde con todo lo salesiano. En la parte musical, nos acompañó el Director
de la Comunidad, Pedro, con la guitarra, asegurándonos que también estaría con
nosotros en la sobremesa.
En
el exterior también se notaba la fiesta: buen tiempo, un ambiente estupendo y
un olorcillo a paella que daba gusto. Sobre las 14 h nos fuimos acercando al
comedor para seguir cuidando la convivencia, pero ahora con un menú estupendo
que por 15 € ya lo quisiéramos más veces: Bebidas varias, entremeses, unos
cuantos, ensaladilla, merluza con almejas o lechazo asado (a elegir), postres,
café y chupito. Enhorabuena a las cocineras y los administradores. Nos
acompañaron los salesianos Higinio, Ángel Téllez, Luis Martín, Leoncio y
Florencio. Luego en la sobremesa, como de costumbre, abre el turno Antonio M.
Cabello con una tira de chistes para irse turnando con Alberto y varias
intervenciones de Francisco que, por cierto, también lo hizo estupendamente.
No
faltó Vicente que nos recitó varias poesías suyas, preciosas, que merecen
aprenderse de memoria como hacíamos antaño.
Y Pedro, que no sabemos cómo se las
ha arreglado para comer y atender a todos los grupos,
pero allí se presentó con el acordeón, como prometió, para entonar unas cuantas
canciones, entre ellas algún vals que, no sé si por prudencia, más de una/o se
quedó con ganas de bailar.
Recogimos
en un periquete y quedamos emplazados, para quienes quisieran, a rematar la
jornada en la parcela de Isabel y Antonio sobre las 19 h. Está situada muy cerca de Valladolid, un
lugar verde y con buenas sombras donde todo el mundo es bien recibido. Ya
estaba casi todo preparado: el frigo lleno, las bebidas y la sandía en hielo y
dos fuegos encendidos para que se fueran haciendo las ascuas. Y, mientras unas
charlaban animadamente o echaban una partidilla, otros colocaban las mesas o se
ponían a disposición de los anfitriones para preparar las parrillas.
Pronto
estuvo todo a punto y llegó el momento de compartir unos pinchos recién hechos
con una ensalada y mucho mimo. Se notaron las manos maestras. Las tardes ahora
son largas, pues nos quedamos hasta bien entrada la noche. Un auténtico regalo,
tanto por el escote tan pequeño, como por el buen ambiente y la camaradería tan
grandes.
Carlos
López.
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