Tan superado número de
asistencia, obliga a buscar otro lugar más espacioso para la celebración
eucarística. Otro numerito atrayente, consiste en la escenificación de una de
las muchas florecillas de la vida de D. Bosco. La “Bolsa, o te mato” fue la elegida para esta ocasión.
D. Bosco se reponía de su
maltrecha salud en su I Bechi natal, en casa de su hermano José y con los
cuidados de Mamá margarita. D. Bosco
hacía sus caminatas; de vuelta de una hecha a Capriglio, en la revuelta del
camino, un hombre de voz potente y seca lo asalta cuchillo en mano: ¡la bolsa, o te mato! Soy D. Bosco, no
tengo dinero. D. Bosco mira al bandolero de largas barbas, saco al hombro y
gran cuchillo, con voz tranquilla y amable: Cortese, ¿pero eres tú quien quiere
quitarme la vida? D. Bosco, descubrió debajo de aquellas barbas al mozalbete
que se había hecho amigo suyo en la cárcel de Turín. También Cortese le
reconoce y está a punto de desplomarse. Le pide perdón y a grandes saltos le
cuenta su historia: Al salir de la cárcel no me admitieron en mi casa. Hasta mi
madre me volvió la espalda. Me dijo que
era la deshonra de la familia. D. Bosco le pregunta si trabaja. Le contesta que
nadie le contrata al saber de su paso por la cárcel. D. Bosco con una mano en
el hombre le dice acompáñame y conocerás a mis familiares.
Después del desayuno, D. Bosco entrega a Cortese, una carta de
recomendación para los párrocos y
algunos patronos formales de Turín. Con un abrazo lo despide.
Este es nuestro D. Bosco. Siempre
confiando en sus jóvenes.
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