CRÓNICA DEL
ENCUENTRO EN ÁVILA (17-Octubre-2015)
Senén se encargó en esta ocasión
de la convocatoria y, aunque en un primer momento se incluía Alba de Tormes,
enseguida vimos que el programa de las Edades está muy bien, pero el nuestro es
el que debe prevalecer. La mente colectiva se manifestó a través de E. que
dijo: “mejor nos quedamos en Ávila”, con acuerdo unánime, y se encargó de
reservar el restaurante.
Nos
acordamos de los demás que, por no encontrarse bien, no pudieron acercarse, que
querían haberse acercado y luego no pudieron; otra vez será. Un abrazo para
todos.
Pues, a
pesar de las distancias, todos puntuales como clavos. El día estaba gris y al
principio, como no se movía el aire, hacía estupendo. Los que aparcamos en las
afueras, mientras subíamos las “pindias” escaleras de la ladera norte de la
muralla, para entrar por la puerta bajo la espadaña consumimos la energía del
desayuno. Tuvimos que volvernos a contemplar el paisaje para recobrar el
aliento. Ángel nos indicaba por dónde ir, aunque no fuera línea recta, para ver
algo que merecía la pena. Lo controlaba perfectamente ya que había vivido en
Ávila varios años.
Hicimos las
tres visitas regladas: 1ª, Convento de Ntra. Sra. de Gracia; 2ª, el Convento de
San Francisco, donde está la Capilla de Mosén Rubí; y 3ª, la Iglesia de San
Juan. Cada lugar con su planteamiento relacionado con la vida de Santa Teresa.
Ciertamente
que había cuadros y esculturas de gran valor y dignas de ver con detención,
pero al final acababas un poco mareado. Me gustó el planteamiento de la
Exposición y la mayoría de las obras, pero, como dicen en mi pueblo, es mucho
tomate.
Fuimos
espabilando un poco con el airecillo, que no arreciaba, y nos dirigimos hacia
el restaurante que nos reservó E., pues se acercaba la hora. Ya apetecía
sentarse y estar todos juntos al resguardo. La sorpresa es que estaba a tope de
gente y sin luz. Lo que les hizo retrasarse al tener que fregar los platos a
mano y tener las viandas preparadas. Sin embargo no nos hicieron esperar mucho
y a los 15 minutos nos tenían preparadas las mesas y al poco de sentarnos se
iluminó el local con regocijo de todos. El lugar era amplio y acogedor. El
menú, muy bueno: varios entrantes como un poco de ensalada, mocilla en
hojaldre, croquetas y el plato a elegir entrecot o Bacalao, tarta helada, café
y chupito.
Y ya en el
exterior buscamos un lugar propicio y resguardado, porque hacía frío y
lloviznaba, para hacernos la foto de grupo. Fuimos al claustro de San Vicente,
donde la cámara de J L de V resultó la oficial. Y comenzaron las despedidas con
el claro propósito de repetir la experiencia. Senén ya nos apuntó la
posibilidad de aprovechar el Bicentenario de D. Bosco para dar una escapada a
Turín. Está bien la idea.
Buena parte
del grupo, al adentrarnos de nuevo en la muralla dirección a los aparcamientos,
entramos de nuevo a tomar algo y retrasar un poco la salida los que teníamos
que hacer menos kilómetros.
Un abrazo
para todos. Carlos López.
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