CRÓNICA
DEL I ENCUENTRO DE ESTUDIANTES D. BOSCO – LEÓN 2015
CÓMO SURGIÓ EL ENCUENTRO.-
El pasado
día 30 de mayo de 2015 celebramos el “I
ENCUENTRO DE ESTUDIANTES D. BOSCO”, nombre que nos trajo unos cuantos
quebraderos intelectuales a varios antiguos alumnos tertulianos a diario en el
Café TENERÉ de León.
Como casi
siempre sucede, los grandes acontecimientos, como el nuestro, nacen de los
primeros pasos dados por los pioneros que nos han precedido en el tiempo.
En León,
hace ya más de 25 años, un grupo de AA.AA. Salesianos, venimos celebrando una
comida anual en las fechas próximas a la Navidad, fuera de los circuitos
ordinarios de las fiestas tradicionales de D. Bosco o María Auxiliadora.
En estas
reuniones no está establecido ningún orden del día, abarcando amplia temática
de asuntos desde clases preparatorias de griego, latín, acontecimientos del
día, valores humanos y comportamientos inhumanos, educación..., es decir, un
complejo galimatías de asuntos, pero que en realidad no son otra cosa que
vivencias y reflexiones personales sobre la vida, y muy a menudo, sobre la
etapa juvenil de la vida en los salesianos.
No queremos
ser presuntuosos, pero no envidiamos al “Gran
Café Gijón”, mejor dicho, le superamos; ya el ambiente vaporoso del humo
del tabaco ha desaparecido, nuestras mesas son sencillas, y sobre todo, los
protagonistas tienen porte, vestidos de pies a cabeza con piezas cómodas,
olvidamos el aire de misterio y
filosofía profunda, se ríen, se enfadan, y por ahora no falta el euro para
pagar el café.
EL PRIMER ENCUENTRO.-
Dentro de
nuestra dinámica de reflexiones, de no olvidar nuestro pasado salesiano, y,
tras las experiencias bastante recientes de las visitas a Las Salinas de Medina
del Campo, Astudillo, Guadalupe y a otros lugares, el grupo del Teneré
consideró que sería una buena medida, la celebración del “I Encuentro de Estudiantes D. Bosco”. Debemos confesar que esta
idea también fue propuesta desde Valladolid, muy especialmente del
coordinador-jefe del Grupo de Antiguos Alumnos de Valladolid, D. Emiliano
Cabezón y Antonio Martínez Cabello.
Los dos
grupos, el de Valladolid y el de León, decidimos actuar coordinadamente y
localizar a un número ínfimo de la muchedumbre de niños que pasamos por
Astudillo, Allariz, Celanova, Cambados, Medina del Campo, Madrid, Mohernando,
etc., porque sin duda teníamos mucho que compartir.
El trabajo
de localización de antiguos alumnos comienza a partir del fichero confeccionado
por Emiliano Cabezón, cuya labor de coordinación del grupo de WhatsApp y
conexión con otros grupos de antiguos alumnos, debe ser reconocida y apoyada,
aunque sólo sea de palabra.
Desde León
pusimos manos a la obra, José Luis Tovar, “que no tiene sentido común, porque
no estudió latín”, (frase atribuida a un hermano de D. Secundino, salesiano y
nacido en las Grañeras) asumió las tareas de contactar con nuevos antiguos
alumnos y confeccionar el pequeño programa del encuentro que se remitió a todos
los asistentes y a otros que no pudieron asistir.
Fruto de
este esfuerzo, se consiguió ampliar la base de datos de Valladolid, y la faena
se remató con nuevas gentes de las que se había perdido la pista. Debo confesar
que todos resultaron estupendos y algunos recibieron una de las alegrías de su vida. 32 corazones,
latiendo al unísono, asistieron a este primer encuentro.
La
procedencia territorial es de lo más variopinta: Valladolid, Madrid, Salamanca,
“A Coruña”, Bilbao, Oviedo, y el propio León.
DÍA 30 DE MAYO.-
La gestión
del encuentro, cronológicamente se va a desarrollar con el siguiente programa:
Recepción
de los asistentes en la Plaza de Guzmán el Bueno. Visita al “Santo Grial”,
depositado y protegido en el Museo de San Isidoro de León. Paseo a los
santuarios de “El Barrio Romántico” y “El Barrio Húmedo”. Finalizada la
peregrinación, la sesión se remata con una frugal comida en el Mesón Rosetón
del Hotel París, situado en la Calle Ancha, muy cerca de la Catedral.
Concluida
la comida y la sobremesa, Andrés de Paz, decano de los antiguos alumnos de
León, hombre significado por su fe católica y salesianidad, nos anuncia que a
las ocho de la tarde se celebra en la Iglesia de los Franciscanos, una Misa por
el Bicentenario del Nacimiento de D. Bosco, presidida por el Sr. Obispo.
DESARROLLO DEL ENCUENTRO.-
Así pues, el viernes a las ocho de la tarde,
mientras JLTovar y JL de Vega, atendían a un visitante de la ciudad, intentando
aclararle la dirección del hotel que buscaba, aparece un coche de gran
cilindrada, con un único ocupante, y sin mediar palabra con nosotros, exclamó:
“¡José Luis Tovar!”. No era otro que Manuel Saa. Yo creo que descubrió la
figura de D. Bosco sin pelo y tanto le brillaba la mirada que dedujo que era el
antiguo alumno que buscaba.
Sin haberse
visto desde hacía 50 años, exactamente desde 1965, descubrimos a aquel
compañero de Cambados, a Manuel Saa, el gallego de Boiro, con sus raíces en
Maceda, (seguramente muchos recordáis a los hermanos Aldemira de la misma aldea
de Orense). Estábamos perplejos y profundamente unidos sin haber pronunciado
palabra y sin saber explicar el por qué, nos fundimos en un abrazo
interminable.
Le
acompañamos hasta el Hotel París, donde tenía hecha la reserva. Una vez aposentado
en una habitación de cuatro camas, nos acercamos al refugio de los pecadores,
es decir, a nuestro tradicional Barrio Húmedo, repleto de “ambiente”, alegre,
donde Manuel Saa sació su sed con el vino de “El Bierzo” y su hambre con la
morcilla de León, esto es vino y esto es morcilla. En el paseo por las calles
del Barrio todos son suspiros, recuerdos comunes, la experiencia de los cargos,
se recuerda al chapucero mayor, o sease “D. Ulpiano”, se recuerda a los
compañeros de pupitre, a los “superiores”....
La
conversación concluía casi siempre con la misma frase ¿te acuerdas de...? y tú
¿te acuerdas de.....?
Visitadas
varias capillas del Barrio Húmedo, recibimos una llamada telefónica. Es
Marcelino García Robles, que sabía de este encuentro y nos anima para que nos
acerquemos a su bodega de Corbillos de la Sobarriba, donde reposa el vino de la
tierra de su propia cosecha.
No era posible desplazarnos porque temíamos
por Manuel Saa agotado por su largo viaje desde Boiro y además estábamos a la
espera de otro antiguo alumno, José Lorenzo Martín Muñiz. La charla con Manuel
Saa se desarrollaba a mayor velocidad que los tiros disparados por una
metralleta de repetición, estábamos imparables, hablábamos, escuchábamos, nos
anticipábamos, nos interrumpíamos....y de cuando en cuando, los ojos vibraban veloces y dejaban escapar sin
poderlo contener un líquido salado... Nos habíamos vuelto adolescentes, nos
emocionábamos, estaba ocurriendo algo especial...
Estábamos
en estas cuitas, Cuando un personaje rubio, flaco para su edad, apareció por la
puerta del bar...y sin mediar palabra, ni presentación de ningún tipo,
Marcelino y Manuel se abrazaron como dos niños... No era posible contener la
emoción... Habían pasado 50 años. Yo creo que no, había sido un reencuentro de
unas cortas vacaciones de 50 años.
Sus
primeras palabras fueron los recuerdos de su afición común: el fútbol. Manuel
“tifosi” del Barsa. Marcelino seguidor del Zaragoza. Vieja afición que pervive
en ambos. Marcelino acredita su fidelidad al Zaragoza con las insignias de oro
y brillantes que le concedió el equipo como seguidor especial. Manuel Saa,
maestro en el fútbol ya a los 15 años,
recuerda que atendía presuroso las consultas que le hacía Marcelino para
jugar al fútbol y reprodujo la frase que, a menudo, le lanzaba Marcelino:
“Manuel, ¿qué tengo que hacer para ser futbolista...?”
Desde esta
efusividad y emotividad, realizamos otra llamada a Muñiz, que había venido
desde Madrid, en su moto Harley Davison. Estaba en la calle Baraona. Y los dos
josé luises nos trasladamos a buscar a Muñiz. Era de noche, no veíamos más que
un bulto humano y sin indagaciones de ningún tipo, ambos exclamamos “es Muñiz”.
Era él, y de nuevo llegó la emoción, los suspiros. Nuestros puntos de conexión comenzaron
con el Maestro Montañés, de Castrelo, compositor musical de “yenkas” y director
de orquesta. Persona respetada y recordada y que mantuvo con Muñiz una amistad prolongada hasta
el fallecimiento del maestro.
Fuimos a
buscar a Manuel y Marcelino, que seguían recordando sus emotivas anécdotas. Y
cuando los encontramos se mezclaron los abrazos. Para ninguno había pasado el
tiempo. La emotividad del momento nos rompía a trozos.
Los tres
recordaron sus aventuras por Cambados. Todos recordaron las anécdotas
futbolísticas vividas....
Ya era
tarde... los dos josé luises se fueron a sus respectivas casas, sin embargo la
charla de Manuel, Marcelino y Muñiz se
convirtió en interminable continuando hasta que se cerró la última capilla de Barrio
Húmedo.
La verdad
que esto no había hecho más que empezar.
CONTINUA: SEGUNDA PARTE...
CONTINUA: SEGUNDA PARTE...
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