Ataques
a cristianos en Pakistán
Abc
habla con los misioneros Pilar Vila-Sanjuan y Miguel Angel Espínola, salesiano,
tras los atentados terroristas del domingo en dos iglesias de Lahore.
Era
domingo al mediodía en la parroquia de San Juan, emplazada en el llamado
«Vaticano de Pakistán», el barrio Youhanabad de Lahore. Los guardias de la
garita seguían absortos en un partido de criquet cuando el terrorista suicida
se dispuso a entrar en la iglesia, abarrotada por centenares de fieles. Un
joven parroquiano, Kash Basir, lo intuyó y le frenó cerca de la puerta; sus
razonamientos fueron vanos, y segundos después el kamikaze hizo estallar su
carga de explosivos con plomos.
Pasados
unos minutos otro ataque similar se producía junto a la entrada de una iglesia
protestante cercana. Balance provisional de los dos atentados: 17 muertos y más
de 60 heridos.
El
islamismo fanático no había penetrado nunca, hasta este domingo, en el barrio
cristiano de Lahore. «Es su territorio, un auténtico gueto, es cierto, pero un
lugar donde los cristianos paquistaníes se sienten protegidos y pueden celebrar
la Pascua o las Navidades en la calle», señalaba ayer con dolor a ABC el
misionero español Miguel Angel Ruiz Spínola, que ha pasado once años trabajando
en Youhanabad, siete de ellos al frente de una escuela salesiana y el mayor
internado cristiano del país.
«Han
venido al corazón; la comunidad se siente hoy como violada», añade el padre
Ruiz Spínola, al explicar los disturbios que desde el domingo registran las dos
principales ciudades de Pakistán, Lahore y Karachi, donde se concentran la
mayor parte de los cristianos, un 2 por ciento de los 180 millones de
paquistaníes.
La
rabia empujó el domingo a centenares de jóvenes cristianos a salir a la calle y
a destrozar algunos comercios de vecinos musulmanes, que previamente habían
abandonado el barrio. Dos fueron linchados por la turba.
El
Gobierno autorizó finalmente la entrada de la Policía en Youhanabad. Primero
utilizaron sus porras. Después, los gases lacrimógenos. Los choques produjeron
un muerto y al menos doce heridos. Las calles de Youhanabad y de parte de
Lahore quedaron cortadas al tráfico, mientras el Gobierno central, en
Islamabad, decretaba el cierre temporal de todas las escuelas cristianas del
país. Los manifestantes, más pacíficos ayer que la víspera, desplegaron sus
pancartas. «¿Por qué nos matáis?». «¡Dejad de matar a los cristianos!», rezaban
algunas.
El del
domingo no fue el atentado islamista más grave contra los casi cuatro millones
de cristianos paquistaníes. En septiembre de 2013, otro ataque similar mató a
82 fieles en una iglesia de Peshawar. Pero hoy los no musulmanes de Pakistán
sienten que se ha traspasado una línea roja.
«Quieren
liquidar el único refugio cristiano de Pakistán», afirma con énfasis el padre
Ruiz Spínola. «Para los fanáticos somos criaturas sucias; quieren la Sharía
(ley islámica)y nosotros estorbamos». ¿Más seguridad en el barrio cristiano?
«¿Qué quieren, que construyamos muros más altos en el gueto?». Quizá más
protección oficial, como reclaman muchos estos días. «Si al gobernador de
Lahore, que decidió proteger a los cristianos, lo mató su guardaespaldas ¿de
qué puede servir poner guardias en iglesias y colegios», concluye escéptico el
misionero salesiano.
Cálculo
político
«Nuestros
dirigentes no hacen nada por nosotros, tenemos miedo», confirma por su parte
Saima Charles, una joven católica paquistaní del misérrimo Youhanabad que, con
mucho esfuerzo, está a punto de lograr una titulación universitaria. «Salíamos
del funeral por nuestro mártir Kash Basir y empezaron los tiros; alguien me
dijo que era una mujer que disparaba contra los que salían de la iglesia».
El
Gobierno paquistaní de Sharif, que depende en buena parte de su alianza con
partidos religiosos, hace promesas y echa balones fuera. Su ministro del
Interior, Chaudry Nisar, se ufanaba ayer de los éxitos de su campaña militar
contra los militantes islamistas del este, «que lleva a estos a atentar contra
comunidades indefensas». Pero Islamabad no se atreve a tomar ninguna medida en
defensa de la población cristiana, por miedo a perder votos y pactos con los
partidos islamistas «moderados». El caso de Asia Bibi, la cristiana condenada
por presunta blasfemia, está a punto de saldarse con la pena capital.
«Cerrar
todos los colegios cristianos por inseguridad es insensato», señala a ABC Pilar
Vila-Sanjuan, monja española y directora del Colegio de Jesús y María de
Lahore. Lleva 18 años trabajando en Pakistán y no ha perdido un ápice de su
acento y su bravío natural. «Vienen alumnas y padres del colegio (el 90% del
alumnado es musulmán) a solidarizarse, a decirme, como siempre, que los
terroristas no son musulmanes auténticos, que no sienten como ellos». «Son de
verdad fanáticos, no tienen nada en la cabeza: ¡que se crean que por matar a
cristianos van derechos al cielo y con cinco vírgenes cada uno!», afirma serena
Pilar. La solución no es fácil «porque el fanatismo avanza»; «habrá que seguir
rezando, diciendo a la gente que tenga paciencia, y tranquilizar a los de
fuera: aquí aguantamos».
El mito
de la seguridad con más policías suscita también una sonrisa en la madre
Vila-Sanjuan: «No me fío más que de Dios, porque al que está en la puerta le
pueden comprar los terroristas esta noche para que les deje pasar».
El
mismo sentido sobrenatural destaca en el tono del padre Ruiz Spínola. «Dicen
que musulmanes de barrios cercanos vendrán esta noche a crear alboroto en
Youhanabad; les he dicho a los chicos que nosotros a la capilla a rezar; aquí
les formamos en otra cosa».
http://www.donbosco.es/noticias/articulo.asp?id=21815