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domingo, 29 de enero de 2017
lunes, 23 de enero de 2017
SACERDOTES DE PUEBLOS EN ESPAÑA
Vivir como
un cura ya no es lo que era
La rutina de un sacerdote rural con 15 parroquias es
frenética JORDI PÉREZ COLOMÉ, El País Zamora 19 DIC 2016 - 10:36 CET
“Vivo en un Opel Astra”, dice Teo Nieto, cura rural. Nieto
lleva 15 parroquias él solo en la comarca de Aliste (Zamora). Es el sacerdote
con más iglesias a su cargo en toda la diócesis. Su Opel Astra lleva 154.922
kilómetros en 3 años y 18 días. Son 138 kilómetros diarios de media. Nieto hace
seis misas los fines de semana -dos el sábado y cuatro el domingo- más otra
media docena entre semana. Suman al menos 624 misas al año para sus 1.300
parroquianos. “Hago más”, dice Nieto.
Nieto no es solo cura rural, también es el profesor de
Religión del instituto en la cabeza de comarca, Alcañices. Tiene 17 horas
lectivas a la semana, como algunos de los otros maestros. La diferencia es que
Nieto por la tarde trabaja y los fines de semana no descansa. En una semana normal,
no tiene ningún día libre: “Me tomaré unos días para desconectar entre el 27 y
el 31 de diciembre y luego ya para Carnaval”, dice. “Siempre que no haya un
entierro”, avisa. Nieto claramente no vive como un cura, según el dicho.
Esta tendencia al pluriempleo y a administrar varias
parroquias no es única de Zamora. En el resto de diócesis del centro de España
-Salamanca, Cuenca, Segovia, Burgos o Ciudad Rodrigo, por ejemplo-, los curas
rurales reparten su jornada entre varias iglesias. La media suele ser aún menos
de 10 pueblos por cura y a menudo compartidos entre dos sacerdotes, pero si las
vocaciones no dan un vuelco, la tendencia crecerá. En esta zona de España es
sobre todo la despoblación española la que fuerza a muchos curas a vivir en la
carretera. ver fotogalería Una de las tareas del cura rural es llevar la
comunión hasta las casas de ancianas que no pueden ir hasta la iglesia. CARLOS
ROSILLO FOTOGALERÍA| El cura itinerante
Desde 2012, Nieto ha bautizado a 10 niños que viven en sus
pueblos y ha enterrado a 231 personas. También bautizó a otros 56 bebés, pero
son hijos de familias que emigraron y vuelven al pueblo de vez en cuando. Con
los ancianos también hay alguno que vivió sus últimos años en casa de sus hijos
en la ciudad. En estos últimos cinco años, ha oficiado solo tres matrimonios de
gente que se ha quedado a vivir en sus pueblos. En España crece la
secularización: en el 2000, 7 de cada 10 matrimonios eran en la Iglesia; en
2015, solo 3. Los bautizos también descienden más rápido que la natalidad. En
2013 hubo un 21% menos de bautizos que en 2005, según la Conferencia Episcopal,
que es una caída superior a la natalidad. Pero, al contrario que en las
ciudades, la secularización no es el problema principal de Zamora, sino la
despoblación: en los próximos 15 años, Castilla y León perderá un 10,7% de sus
habitantes y será, junto a Asturias, la comunidad cuya población bajará más,
según una proyección del INE. Entre 2010 y 2015, los municipios de Castilla y
León de menos de 100 habitantes no han dejado de aumentar (de 542 a 648), según
el padrón continuo del INE. Y en 2012 había más castellanoleoneses de 75 a 85
años (252.124) que de 0 a 10 (210.012), según datos de la Junta.
En el Instituto de Alcañices donde Nieto da clase había 300
jóvenes hace 15 años. Hoy quedan 136. Más de 20 de sus 27 profesores vienen
cada día desde Zamora. No es que el instituto esté abandonado. Está a la
última: Nieto hace un examen con una pizarra digital y recoge las respuestas
con el móvil mientras los niños le enseñan una tarjeta con la respuesta.
Nieto cobra su sueldo como profesor de la Junta y, como es
más dinero que otros sacerdotes, da un porcentaje estipulado a la diócesis. El
obispado solo le paga un fijo por gasolina y le ayuda a comprar el coche con un
crédito sin intereses en los dos primeros años. La casa donde vive es
parroquial, pero el inquilino asume los gastos.
... Conserva una media
melena . Ahora es canosa, como la
barba. “Nunca me la he quitado”, dice. Cuando llegó a Aliste, fue de visita a una residencia de ancianos. Una mujer, cuando lo
vio, dijo: “Tan joven y ya pidiendo un bocadillo”. Nieto nació en 1969 y su
aspecto es de joven de la Transición: “Y eso que antes vestía más
desharrapado”, dice. Nieto suma a su aspecto el pañuelo en el cuello y media
docena de pulseras de cuero y tela.
Nunca va con sotana: “No tengo, ni tampoco clergyman”, dice.
La sotana es un uniforme que aleja y distingue, y Nieto vigila los detalles que
le separan de su comunidad. En su casa recibe las visitas en la mesa camilla de
la cocina, con el brasero, no en su despacho: “La mesa y la silla dan impresión
de autoridad y no vivo en una Iglesia en la que haya que separar clero de
laicos”, dice.
Nieto es un cura enrollado. En la fiesta de Santa Lucía en
Grisuela, da el sermón en el pasillo de la Iglesia y pregunta a los fieles por
qué creen que la imagen de la santa tiene cuatro ojos, dos en su cavidad y dos
en un platillo. (Es por su martirio.) Sus fieles no son exactamente modernos:
por tradición se sientan las mujeres delante y los hombres detrás. Hay aún tres
abuelas con el pañuelo negro. Pero Nieto cuida cada detalle. Si hay mayoría de
mujeres, se refiere a la congregación en femenino: “Que la paz esté siempre con
vosotras”.
La jovialidad de Nieto no es para hacerse el simpático -que
también-, sino porque cree que es como debe ser su labor como sacerdote: “Mi
tarea no es solo hacer misa, sino animar, dar formación, transmitir esperanza”,
dice. La liturgia es solo una parte de su labor.
Su visión del mundo rural es poco previsible. En la Iglesia
también puede hacerse carrera y los pueblos son el destino más humilde. Nieto
le ha pedido al obispo que si le cambia de trabajo le mande a otros pueblos.
“¿Pero no te van a traer a Zamora?”, le preguntan a veces por la calle. La
ciudad es subir de escalón, pero Nieto ha optado por el campo.
Nieto conoce a todos sus parroquianos. “Aunque soy malo para
los nombres”, dice. En la misa en Grisuela, por ejemplo, advirtió que tenía a
dos “intrusos” de San Vitero. Nieto lleva 20 años en estos pueblos. Antes tenía
algunos menos y los compartía con otro sacerdote. Ahora solo le ayuda una
monja, Avelina. Entre los dos cubren cada fin de semana las misas de 12 de los
15 pueblos. Nieto deja siempre la homilía escrita y hostias consagradas para
que Avelina o la laica que llevan la celebración puedan dar la comunión.
El cura Teo Nieto no se queja de su trabajo. “Todo depende
de los ojos con que se mire -le dice a su congregación en misa-, igual que si
preguntas quién ha jugado mejor después de un Barça-Madrid”. Hay menos fieles
en cada parroquia, pero los pueblos tardan mucho en desaparecer. Siempre que
queda un grupo el cura debe ir. El pueblo más pequeño de Nieto es Tolilla y
tiene 9 habitantes. A Nieto no le supone un problema: “Yo estoy a su servicio”,
dice. Mientras haya un parroquiano, tendrá a su cura.
domingo, 8 de enero de 2017
PROPÓSITOS PARA EL NUEVO AÑO. MATEO DEL BLANCO
Propósitos para el nuevo año
Parece ser que uno de
los temas recurrentes de muchas personas en estos comienzos del año es hacer
propósitos. Que si dejar de fumar, que si aprender idiomas, que si hacer una
vida sana con dieta incluida para eliminar los kilos acumulados en estas Navidades,
que si hacer deporte o andar más, que si…
Pero lo que suele
pasar a mucha gente es que sus propósitos no duran más allá de una semana o
quince días, haciendo aceptable la frase feliz de un periodista que decía que
“en estos primeros días del año, los Ayuntamientos deberían ofrecer un servicio
de recogida de propósitos, como tienen el de la basura”.
¿Por qué fallan tanto
estos propósitos? Parece que hay variadas causas: la inercia de la vida que nos
arrastra siempre en la misma dirección, la falta de constancia... que requieren
un plus de esfuerzo que uno no está dispuesto a mantener. La preferencia por
las gratificaciones a corto plazo más que las recompensas a largo plazo. Su
falta de realismo…
Entonces, ¿qué? ¿No
hacemos nada para mejorar nuestra calidad de vida que nos parece pobre o
escasa? Yo creo que cualquier planteamiento que ayude a mejorar nuestra calidad
de vida es bueno y positivo, pero siempre que no sea el resultado de las copas,
el turrón, o las uvas de Nochevieja. Debe ser bien pensado, realista y
planificado para que pueda llegar a buen puerto. Metas concretas, medibles y
con plazos establecidos. También es bueno contárselo a la familia y amigos para
que la presión social ayude.
Por otro lado, en la
corta o larga lista de propósitos deberían aparecer otros como: ser más
positivo a la hora de juzgarme a mí y a los demás, estar más dispuesto a ver
“la viga en mi ojo antes que la paja en el ojo de los demás”, colaborar más en
la casa, dedicar más tiempo y de más calidad a las personas que quiero y son
importantes para mí… disfrutar más de la naturaleza, de mi tierra, del románico
de mi ciudad y de mi provincia…
En fin, cada uno,
teniendo en cuenta su vida, ser realista, disfrutar de lo que se tiene y tratar
de mejorar un poco su vida y la relación con los demás, sobre todo con la gente
que queremos, que es lo más importante y lo que más felices nos debe hacer.
Motivación, propósitos realistas y perseverancia suelen dar buenos resultados.
¡Feliz año 2017!
Publicado en La Opinión-El Correo de Zamora,
8/01/17.
http://www.diocesisdezamora.es/delegaciones/detalles-noticia/propositos-para-el-nuevo-ano-790
miércoles, 4 de enero de 2017
ENCUENTRO NAVIDEÑO DE ANTIGUOS ALUMNOS SALESIANOS EN PALENCIA
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