Fiesta Navideña en Astudillo: 26-12-2015
Rondando estas fechas, los
grupos de AA Salesianos de Zamora, La Robla, Palencia, Astudillo, Villamuriel y
Valladolid llevan organizando desde hace tiempo un encuentro festivo. Este año
se ha celebrado en Astudillo.
Nos
juntamos alrededor de setenta personas: unos cuantos salesianos pocedentes de
diferentes comunidades (Antonio Álvarez, Antonio González, Carlos M. Celada,
José Revilla, Belarmino Posada, Antonio Matellán y José Antonio Hernández) y, exceptuando la Asociación de Astudillo que
se encontraban en casa, ya os podéis imaginar, un montón de Antiguos Alumnos
que íbamos llenando la entrada y los pasillos del Colegio hasta completar el
aforo.
De
Valladolid fuimos un buen grupillo en varios coches: Tirso, Félix, Sátur y
Carlos (con sus respectivas esposas), Antonio M. Cabello, Aparicio, Emiliano,
Francisco y Pedro, Director de Pajarillos. Creo que no me he olvidado de nadie.
Nos habían citado sobre las 10’30 de la mañana. Se presentaba una jornada
luminosa que animaba, pues días atrás tuvimos bastantes nieblas en Valladolid y
Palencia que guardaban el frío durante todo el día.
Algunos
llegamos unos minutos antes y los anfitriones ya lo tenían todo preparado. El
comedor estaba colocado en el antiguo que ocupamos los novicios. En ese espacio
recordamos que al fondo estaba la mesa de “los superiores” y, a ambos lados y a
lo largo, las nuestras. También el lugar donde se realizaba la lectura mientras
comíamos en silencio. En el otro extremo de la sala han tirado un tabique para
ampliar el espacio; alguno recordaba que allí se encontraba el office. Y en el
pasillo contiguo a dicho comedor nos habían dispuesto varias mesas con bandejas
repletas de cruasanes, pastas y biscocho para acompañar un buen café con leche.
El momento era
propicio para saludar y charlar un rato con los que iban llegando, bastantes de
ellos conocidos de otros encuentros. Yo aproveché para estar un ratillo con D.
Antonio Álvarez, que fue mi director en el colegio de Herrera de Pisuerga en
los tres años que allí estuve. A pesar de las malas condiciones que reunía el
edificio y los pocos medios que se disponía, todo el mundo (salesianos, alumnos,
el pueblo de Herrera y la comarca) guardamos un recuerdo entrañable. La huella que dejaron los salesianos no se
borrará nunca.
De
allí nos condujeron al Salón de Actos, nuestro querido Teatro con el mismo
escenario, donde nos dieron la bienvenida oficial. Tras una breve presentación
por parte de Antonio González y el Presidente de la Asociación de Astudillo,
Joseán nos dio una charla muy amena y distendida, ilustrada con abundantes
imágenes, sobre los personajes que acompañaron e influyeron en Don Bosco a lo
largo de su vida, así como los lugares donde volcó toda su ilusión, para
trabajar con los jóvenes y extender la devoción a María Auxiliadora. Joseán
demostró dominar como nadie el tema, pues nos contó detalles y describió
rincones que muchos no conocíamos.
Acto
seguido, mientras preparaban el altar en el escenario, salimos a dar un breve
paseo, que algunos aprovechamos para pisar el patio, donde estaban los campos
de fútbol y baloncesto. Todo está transformado. Ya no están las cochineras, ni
las gallinas, ni aquellos servicios… Lo han dejado muy bien. La tapia la han
cambiado por una verja que permite ver desde allí toda la fachada de las
Claras. Y, cómo no, nos acercamos a saludarlas y preguntar por nuestra hermana
espiritual que Félix Páramo, Sátur y creo que alguno más se acordaban de su
nombre. Pues allí hablando a través del torno con una clarisa que también había
estado en aquellos años pasamos un rato muy agradable.
Regresamos
para la misa, un poco más tarde del
horario previsto, pero llegamos a tiempo. Y luego la comida. Como
siempre, muy bien preparada: unos entremeses con unos canapés que parecían
pastelitos, un consomé-crema (no sé exactamente, pero muy bueno), el plato
fuerte con pescado o lechazo a elegir buenísimos y con opción a repetir, café y
chupito. Nuestra enhorabuena a todos los que han participado en su preparación.
Con el chupito me llevé una alegría adicional, pues me lo sirve uno que su cara
me resulta algo familiar, pero no reconozco hasta que me
dice su nombre, Antonio Matellán, uno de mis buenos alumnos en Cambados.
Y
en la sobremesa, acompañados por el acordeón de Pedro, entonamos unas cuantas
canciones y villancicos, fuimos testigos de varios reconocimientos que hicieron
a Antonio González, Félix Rueda, Joseán y al Inspector Juan Carlos que no pudo
asistir.
Nos acordamos también de D.
Valentín al que quisimos homenajear escenificando brevemente el juego de “La
gallina vuela”.
Finalmente,
y como remate de la jornada, nos habían organizado una visita al Museo de la
Claras. Tras la restauración que han hecho a lo largo de años, lo que antes
eran prácticamente ruinas, ahora han recuperado un edificio precioso donde
tienen expuestas piezas estupendas y algunas de mucho valor: artesonados,
pinturas, muebles, casullas, imágenes, tallas, sellos, etc. y una buena
colección de Belenes procedentes de diversas partes del mundo. Cruzando dicho
Museo, pudimos salir a un patio interior ajardinado que contemplamos ya con las
luces de la puesta de sol. Una maravilla.
Para
llevarnos algo de allí, compramos a las monjas unas pastas y así poder alargar
el buen sabor de la jornada.