EN ESTA SEGUNDA PARTE DEL VIAJE A LA CABRERA DE LEÓN
FOTOS: CARLOS, CASIMIRO Y EMILIANO
Bicentenario de la memoria litúrgica de María Auxiliadora
“No he sido yo, ha sido la Virgen Auxiliadora quien te
ha salvado”, solía decir el santo fundador de los Salesianos, que se decantó
por esta advocación mariana en la madurez de su vida. Don Bosco mantenía que la
Virgen quería ser honrada con el título de Auxiliadora: “Los tiempos que corren
son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y
a defender la fe cristiana”, decía.
Lo de ser
Salesiano lo he tenido claro desde los inicios al conocer a Salesianos que me
cautivaron por su testimonio de vida alegres, sacrificados, entusiastas, con
mucha familiaridad desde su sencillez.
¿Por qué Religioso Laico? Esto me tocó
madurarlo con mucha calma. Hice el bachillerato en el Aspirantado Salesiano en
Cambados, después de pasar de Astudillo el primer año. En este año conocí a
muchos sacerdotes y coadjutores excelentes pero no me simpatizaba tanto la
figura del sacerdote por su mayor rigidez, la vestimenta, la absorción por
administrar los sacramentos, entre otras cosas. Era para mi más atrayente la figura del salesiano coadjutor por su mayor
cercanía cercanía, siempre con nosotros y su testimonio me caló mucho más y mi
apego a María Auxiliadora fueron determinantes para mi elección, recia vocación
de religioso laico de la que nunca he dudado y que me ha hecho muy feliz.
Los
Salesianos misioneros llegaban al Aspirantado y nos narraban con mucho
entusiasmo sus experiencias, vivencias, retos y aventuras en tierras de misión.
Esto prendió en mí rápidamente como una llama en los primeros años de
aspirante; quería irme a misiones al terminar el noviciado, pero me aconsejaron
que primero me preparara. Así lo hice y a los 25 años pedí trabajar en las
misiones, solicité trabajar en América, deseo que se me cumplió.